En nuestra edición 432 del pasado 30 de mayo, planteamos la propuesta de instaurar en el país, por los próximos cuatro años, un esquema de unidad nacional reflejado en la conformación de un gobierno donde estén representados todos los partidos existentes en el país con el fin de, unificados, trabajar por la consolidación del programa liderado por quien termine siendo seleccionado como primer mandatario de la nación el próximo 19 de junio, por el pueblo colombiano.
Ayer, el candidato del Pacto Histórico, Gustavo Petro, extendió una invitación a Rodolfo Hernández, su rival en la segunda vuelta presidencial por la Casa de Nariño, para que trabajen en pro de un mismo propósito.
“Me gustaría desde aquí, cualquiera que sea el resultado electoral el 19 de junio, en donde ya se van a configurar dos grandes bloques de la sociedad (…), proponerle al contrincante Rodolfo Hernández que hagamos un gran acuerdo nacional”, dijo el candidato presidencial.
Una de dos: o el candidato electo proclama en la noche del día en que la Registraduría Nacional del Estado Civil lo anuncie como nuevo presidente de los colombianos, no antes, pues sería un error de táctica política, que conformará un gobierno de unidad nacional para gobernar con todas las expresiones representadas en el Congreso; o declara abiertamente un gobierno enfrentando la oposición de esos mismos sectores.
Ni el primero ni el segundo esquema son novedosos en la vida política del país. Cada uno ha sido aplicado en momentos en que la situación exigía la puesta en marcha de modelos específicos para responder a situaciones que atentaban contra la preservación de la línea democrática de acatamiento a la constitución y la ley.
El primero, mediante la suscripción de los acuerdos de Sitges y Benidorm que llevaron a pactar la paz política al acogerse el Frente Nacional propuesto por Alberto Lleras Camargo y Laureano Gomez. Bueno, regular o malo, sería objeto de otro análisis; pero que logró el objetivo, lo logró.
El segundo, con variables, sería el utilizado por el expresidente Virgilio Barco Vargas de gobierno de partido y partido de oposición. Para aquella turbulenta época fue efectivo y logró también su objetivo.
El momento actual es otro, por supuesto que sí, y las decisiones que deberá tomar el futuro mandatario serán las que considere las más adecuadas para el momento que atraviesa la nación. Colombia clama por la erradicación de la corrupción y por el cambio de modelo económico que permita avanzar en la adopción de medidas que sean lo suficientemente efectivas para estrechar la grieta profunda que hoy existe de inequidad e injusticia social.
Creemos en la adopción de un modelo socialdemócrata que gobierne a Colombia. Sabemos que tenemos por delante tareas fundamentales que solo podremos resolver mediante el trabajo en común, pues el que Colombia salga adelante es algo que depende cada vez más del esfuerzo conjunto de hombres y mujeres de todo el territorio nacional.
Demostración inequívoca de voluntades similares unidas por Colombia, es la propuesta que lanzó el candidato Petro. En su momento oportuno, ojalá sea escuchada por el candidato Hernández para poder darle arranque a un gobierno que garantice poder vivir y trabajar tranquilos.
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