La Cepal acaba de presentar un completo informe bajo el título de ‘Repercusiones en América Latina y el Caribe de la guerra en Ucrania: ¿cómo enfrentar esta nueva crisis?’.
El juicioso estudio se basa en los aspectos que enfrenta la región, esencialmente, de una fuerte desaceleración económica, aumentos de la inflación y una lenta e incompleta recuperación de los mercados laborales, lo que incrementará los niveles de pobreza y pobreza extrema.
De alta preocupación para el mundo es pensar que 7,8 millones de personas se sumarían a los 86,4 millones cuyos alimentos están en riesgo.
En ese marco, el estudio indica que, después de la expansión económica observada en 2021 (6,3 % de crecimiento del PIB regional) América Latina alcanzará en 2022 un crecimiento anual promedio de 1,8 % y tiende a regresar al lento patrón de crecimiento de 2014-2019 (solo 0,3 % de promedio anual, con la consiguiente caída del PIB por habitante).
Teniendo en cuenta los efectos del lento crecimiento y la aceleración de la inflación, la Cepal prevé que la pobreza y la pobreza extrema se elevarán por encima de los niveles estimados para 2021. La incidencia de la pobreza regional alcanzaría un 33,7 % (1,6 puntos porcentuales más que el valor proyectado para 2021), mientras que la pobreza extrema alcanzaría un 14,9 % (1,1 puntos porcentuales más que en 2021).
Este resultado refleja el fuerte aumento de los precios de los alimentos. Estos niveles son notoriamente superiores a los observados antes de la pandemia e implican otro retroceso en la lucha contra la pobreza.
El documento agrega que los mayores precios de las materias primas, el aumento de los costos de transporte y las perturbaciones en las cadenas internacionales de suministro impactarán las exportaciones de bienes de la región.
En diciembre de 2021, la Cepal proyectaba un aumento del 10 % del valor de las exportaciones regionales de bienes y del 9 % del valor de las importaciones. Sin embargo, el alza de los precios de varios de los principales productos que la región comercializa eleva la proyección para 2022 a una expansión del 23 %, tanto de las exportaciones como de las importaciones.
En lo inmediato, es necesario sostener el bienestar de los sectores más pobres. La seguridad alimentaria debe ser una prioridad.
A medio plazo, son necesarias políticas agrícolas e industriales que fortalezcan el apoyo a la producción agropecuaria, así como aumentar la eficiencia en el uso de fertilizantes, priorizando los biofertilizantes. La política industrial es clave para reducir la dependencia de la importación de fertilizantes a mediano plazo.
A pesar de la lejanía de la guerra, esta tendrá un fuerte impacto en la región. De hecho, la ONU señala que el conflicto en Europa no debe verse como un fenómeno aislado pues sus efectos se combinan con los causados por más de un decenio de crisis acumuladas.
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