El próximo domingo se cierra el debate en plaza pública, pasa a recinto cerrado en cumplimiento del calendario electoral que avanza paso a paso lo que genera cada día mayor expectativa; mientras que las encuestas aparecen impulsando vaivenes en el péndulo de la predilección ciudadana.
La campaña electoral se aproxima a su final en medio de una gran desilusión en cuanto tiene que ver con el fomento del debate programático. No se estimula, se promueve la confrontación basada no en lo ideológico sino en lo personal y convierten los pocos debates públicos que se convocan, en cuadriláteros que sirvan para ataques de toda índole. El país está votando con un profundo desconocimiento de las propuestas que plantean poner en ejecución los diferentes candidatos presidenciales.
¿Cuál es la principal causa de una mala elección política?: ¿Ignorancia?
¿Soborno? ¿Irresponsabilidad? ¿Falta de información?
La falta de información de las personas provoca que tomen una mala elección política. A mayor falta de información en personas mayores de 18 años, mayor corrupción en el país. Si las personas mayores de 18 años no tienen la información necesaria sobre los políticos y sus propuestas, su elección al momento de votar no será la más acertada.
El tema debe convocar la atención, debido a que el pueblo no pone límites a quienes ejercen el poder y lo representan en los cuerpos colegiados, lo que lleva a que se desconfíe de las acciones que se supone deben beneficiarlo, también muchos ciudadanos contribuyen a esta situación ya que se dejan engañar por los candidatos y venden su voto a cambio de dádivas, pues piensan que esos aspirantes quieren que el país mejore y que cumplirán las promesas que le plantean al pueblo.
La consecuencia es que tengamos cada vez menos personas lo suficientemente preparadas o con la valentía para someter su nombre al escrutinio público, lo que desemboca inevitablemente en la elección de personajes nefastos que se aprovechan del desinterés de ciertos sectores para llegar a beneficiarse de manera personal, en detrimento del conglomerado general para hacer y deshacer. Santiago de Cali es, lamentablemente, un claro ejemplo de semejante equivocación.
Votar es una obligación y un deber con nosotros mismos y con nuestro país, a pesar de la promoción que realizan muchos ciudadanos para votar en blanco o para abstenerse de hacer uso de ese mecanismo de participación.
Con dolor expresamos nuestra inconformidad con el profundo desconocimiento de los programas que proponen los candidatos. Cuánta falta hacen los estadistas que pensaban tan hondamente en el país y en lo universal. Los que pregonaban sin cobardía ni silencios cómplices, cuáles ideas debían subsistir.
Qué difícil encontrar hoy día quien conciba la patria como una sucesión de grandeza.
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