Las cosas no solo son en blanco o negro. Ni siquiera de tonos grises, sino de todos los colores. Debes tener una mente flexible para afrontar las situaciones y superarlas o aprender a convivir con ellas. Aquí tienes unas claves para que la vida no se te vuelva cuadritos.
Complicarnos nace de tener una visión de negro y blanco, y más allá de la popular frase cliché que dice que “¡también hay grises!”, tengo que decir que no solo grises, también hay azul, amarillo, hay infinidad de colores.
Y es que nos acostumbramos a decir que si algo no es bonito es feo, si no es mi amigo es mi enemigo, o si no me gusta es que es malo, y ¡no todo lo bueno tiene que ser malo! Para esto se necesita desarrollar flexibilidad mental, que no es otra cosa que tener el hábito de ver una misma situación desde diferentes perspectivas y no quedarnos solo con una.
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Las claves para descomplicarse y aliviar un poco las cargas son:
Adaptación: ante situaciones que no tengan solución, lo mejor es que te adaptes a vivir con ellas, porque en realidad no son un problema, ya que todo problema tiene solución, está para eso, y si no la tiene es una situación. Luego tienes que ver si tú estás contribuyendo a agravar el problema, en lugar de solucionarlo.
Un problema que no tiene fin es porque usualmente solemos resolverlo siempre de la misma manera, sin variar la forma de abordarlo. Hay que dejar de hacer las cosas que los agravan. Por ejemplo, si siempre que llegas de tu trabajo, tu pareja te pregunta, “¿de dónde vienes?” y eso te da rabia, y siempre le respondes: “¡ay! pues de dónde? ¡de trabajar! ¡Que pereza tú siempre preguntando lo mismo!”
Más bien ensaya algo diferente, la próxima vez responde: “Trabajando” (sin alterarte) eso va a cambiar la respuesta en el otro, mínimo puede que piense: “¡Uy!, no me contesto mal, qué raro”, e incluso se sienta mal y diga: ¡qué cansón yo, preguntando!
Dividir los problemas: cuando tengas muchos problemas para resolver y no sabes qué hacer, divídelos en problemas de corto plazo, esos que puedes resolver ahora y resuélvelos; los de mediano plazo, ve diseñando estrategias, y los de largo plazo, planea dejarlos un poco ahí en ‘stand by’, porque vas a tener que adaptarte, tal vez un tiempo largo con ellos.
Mañana resuelve un problema pequeño, el más insignificante que tengas. Resuélvelo y cuando lo resuelvas no es que te vaya a cambiar la vida, pero te va a ir dando una sensación de autoeficacia que es un elemento importante para la autoestima.
Metáfora del juego de la vida: la vida es como un tablero de juego, que cuando ves que no avanzas o hay algo que no te gusta, o te das cuenta que siempre que tiras los dados caes en casillas que te comen las fichas, o que te tienes que devolver al principio, cuando ya casi ibas a ganar, o caes en una casilla en que pierdes el doble de lo que ya tienes, ¿qué hacer? ¡Deja de tirar los dados!
Ya los has soplado 100 veces, ya los has tirado de la mano derecha, de la izquierda, ya hasta cambiaste los dados y sigues sin ser feliz en el juego de la vida, entonces, deja de jugar, haz un cambio, ya sea en tu trabajo, de pareja, de forma de pensar o de jugadores, porque ya te diste cuenta que los dados están marcados.
Si te dicen: ¡no puedes retirarte del juego, es trampa!, tú puedes responder: “No es trampa, porque el juego dice que el objetivo es ser feliz, y si yo, dejando de jugar con los dados, soy feliz, ya gané”, a veces dejar de jugar a lo mismo es lo que nos da felicidad.
Pon límites: a veces nos excusamos en que los demás nos dicen, nos hacen, y que por eso no podemos avanzar, lo cual no es conveniente porque nos victimiza y no nos deja tomar acción, si el otro no respeta tus límites, deja de ponérselos a él, ¡póntelos tú!, dile: “No me puedo permitir estar más en una relación en la que no importo o me tratas de esta manera, así que mejor me voy”.
Ese es el secreto para dejar de pretender que el otro haga lo que yo quiero. El pleito no es con el otro, es conmigo, lo que me estoy permitiendo y lo que estoy permitiendo de los demás.
Diferenciar entre necedad y perseverancia: La necedad es intentar algo siempre de la misma manera, si la puerta no abre y le doy vuelta a la perilla y no abre y sigo insistiendo, una y otra vez, eso es necedad. Lo normal sería que pida ayuda, llame a un cerrajero, o buscar la llave. La perseverancia en cambio, es hacer diferentes cosas para lograr algo.
Cambiar el foco de atención: a veces nos hacemos un mal día, enfocándonos en las personas que nos caen mal, porque dicen o hacen cosas que nos molestan, y nos quedamos ahí como en bucle todo el día.
No, no es necesario, evita dramatizar busca simplificar, en lugar de preguntarte cómo ignorar a la gente fastidiosa, pregúntate ¿por qué los miras tanto?, hay 360 grados de visión ¿por qué ocupas 359 a mirar a esta gente? ¿por dónde estoy permitiendo que mis pensamientos vayan?
Céntrate más bien en cosas que te hagan sentir que estás progresando, que te hagan sentir bien, y al otro reubícalo, porque usualmente o lo tienes en el altar de la idealización repitiéndote constantemente por qué perdiste a semejante persona tan valiosa en tu vida, y te recriminas, o todo lo contario, tienes a la persona en el infierno de los malvados, pensando: ¿Cuándo será que recibirá su castigo?
Ninguna de las dos posiciones sirven, más bien haz de cuenta que los pones en un cajón, porque tenerlos de frente no te sirve. Quien mira hacia afuera sueña, quien mira hacia adentro despierta.
Recuerda: el talento consiste en cómo cada uno vive su vida, porque el futuro es como un cheque: que tenga fondos depende de lo que hagas a partir de ahora.
Como decía Charles Chaplin: “La vida es una obra de teatro que no permite ensayos, por eso canta, ríe baila, llora y vive intensamente cada día de tu vida, antes que el telón baje y la obra termine sin aplausos”.
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