Llegó el día más esperado por los habitantes de Pasto y los miles de visitantes que llegaron a la ciudad para disfrutar del Carnaval de Negros y Blancos que volvió a la normalidad tras la pandemia.
El 6 de enero, el llamado día de la Fiesta Grande, Día del Desfile Magno, que a diferencia con el día anterior, los participantes dejan de lado el color negro y se pintan de blanco, generalmente con talco perfumado, harina y cosmético blanco, entre otros.
Un día de verbenas populares en las plazas y calles de la ciudad, en medio de los juegos, la gente disfrutaba del Desfile de Carrozas, disfraces, comparsas, murgas y carrozas no motorizadas.
Durante meses, los artistas han trabajado en los disfraces individuales, que son obras monumentales que las personas llevan encima durante todo el trayecto que no es nada corto.
Este gran desfile cubre un recorrido aproximado de siete kilómetros, en un sendero que recorre las calles del centro de la ciudad, pasando por la Plaza del Carnaval y parte de las avenidas de la periferia que en conjunto, conforman la llamada Senda del Carnaval.
Miles y miles de personas disfrutaron del arte hecho en Pasto, donde el confeti y la serpentina no faltaron en varios de sus trayectos.
Todos danzando al ritmo de canciones tradicionales y típicas, como La Guaneña, El Trompo Sarandengue, el Son Sureño, El Chambú, y otros ritmos como sayas y composiciones andinas inéditas.
Una explosión de color, alegría y mucho juego con la que se cierra una edición del Carnaval de Negros y Blancos, que para alegría de todos, ha vuelto a su formato tradicional.
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