Joe Biden pronunció ante el Congreso el discurso de la Unión con la popularidad de capa caída. En su discurso de abril de 2021 el porcentaje de aprobación se situaba en el 53 %, según el promedio de sondeos elaborado por FiveThirtyEight, una plataforma de referencia, ahora ha descendido al 41 %.
Cuesta creerlo pues el país el año pasado creció un 5,7 %, la tasa más elevada desde 1984, y con el desempleo situado en el 4 %. Pero la escalada de los precios ha golpeado el bolsillo de los estadounidenses. La inflación llegó hasta el 7,5 % el pasado enero, el máximo en 40 años y, aunque es una tendencia global los republicanos, que no desaprovechan oportunidad, la atribuyen en buena medida al plan de estímulos de Biden, que tachan de excesivo y causante de la falta de mano de obra que denuncian algunas empresas.
Esta es una de las ceremonias más pomposas de la política estadounidense, una de esas en las que a los contertulios políticos de Washington les encanta aparecer. Fue en ese escenario donde ha sido considerado como un discurso de la Unión con posturas de fondo, a diferencia del pronunciado en 2021 cuyo corte general en los diferentes temas fue el apropiado tan sólo para dar inicio al mandato. Por ello la diferenciación, al calificar como “feroz” por los analistas el pronunciado el pasado martes.
“La guerra de Putin fue premeditada y sin provocación. Rechazó los esfuerzos diplomáticos. Creyó que Occidente y la OTAN no responderían. Creyó que nos podría dividir aquí, en casa. Putin se equivocó. Estábamos preparados”.
Directo ha sido su mensaje al prometer que Vladimir Putin “pagará el precio” de su acción al invadir Ucrania, y ha defendido la unidad de los demócratas ante una crisis que contempla como un pulso entre la “tiranía y la libertad”. El presidente estadounidense habló en un momento aciago para Europa y Occidente, mientras el ejército ruso atacaba las principales ciudades del país vecino, los civiles toman las armas y las cifras de muertos van en aumento. Biden ha calificado de “dictador” al dirigente ruso y ha asegurado que este ha cometido un “error de cálculo” al creer que los aliados no cerrarían filas.
Sin ser novedoso, ha reiterado una propuesta de campaña que le generó un amplio respaldo en las urnas: “Una forma de luchar contra la inflación es recortar los sueldos y empobrecer a los estadounidenses, pero yo tengo un plan mejor: bajar nuestros costos, no vuestros sueldos” y llamó a reducir la dependencia de las cadenas de suministro extranjeras haciendo uso de su eslogan: “Hagámoslo en América”.
No hay duda que la decisión invasora de Putin, cambió el guión del discurso de la Unión.
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