La geoingeniería solar como desarrollo tecnológico para frenar el cambio climático ha sido mencionada dentro de las alternativas frente la emergencia medioambiental que vive el planeta; no obstante, el ensayo y error de esta apuesta ha llevado a que científicos y ambientalistas se opongan a una práctica que parece ser más nociva que beneficiosa.
Por medio de la geoingeniería solar lo que se busca es seguir una técnica inspirada en las erupciones volcánicas, la cual se ha denominado como inyección de aerosoles en la estratosfera.
Esta técnica no es nueva, de hecho data de 1991 cuando en medio de la erupción de un volcán en Filipinas se pudo observar cómo la lava y las cenizas provocaron la formación de dióxido de azufre en las atmósfera, lo que posibilitó la creación de una especie de espejo que reflejaba los rayos del sol.
Justamente, fundamentados en ese suceso es que se ha planteado que se inyecten aerosoles en la estratósfera para que -tal como sucedió en años posteriores a la erupción volcánica de 1991-, la concentración de partículas contribuya a la reducción de la temperatura del planeta.
¿Cómo se haría en la actualidad?
El primer reto no es tanto cómo hacerlo sino más bien cuánto cuesta poner en práctica la geoingeniería solar. De momento, según estimaciones, se espera que anualmente su costo ascienda a los US$10.000 millones.
Luego de suplir la monumental inversión -que para los defensores del desarrollo tecnológico es poco comparado con el daño provocado por el calentamiento global-, el paso a seguir sería la construcción de unos aviones especiales que sean capaces de llegar hasta la estratósfera para verter allí diversas sustancias químicas.
De manera específica, las partículas de azufre serían el compuesto químico que se esparciría sobre el planeta, aunque esto no sería lo único.
Controversia y detractores
Como una medida desesperada que no tiene en cuenta el desequilibrio de otros fenómenos meteorológicos en el planeta se ha catalogado por parte de algunos expertos a la geoingeniería solar, de hecho a principios de este año un grupo de científicos creó un acuerdo sobre el no uso de esta técnica para evitar su desarrollo.
“Los riesgos de la geoingeniería solar se desconocen y no podrán ser conocidos por completo. Sus impactos varían para diferentes regiones, existiendo incertidumbre sobre sus efectos en los patrones climáticos, la agricultura y la provisión de recursos para la satisfacción de necesidades básicas a nivel hídrico y alimentos”, sentenció el grupo de científicos.
A lo dicho por el panel de expertos se suman otras razones de oposición que tienen que ver, de un lado, con todo el tema político y del otro, con lo que se ha considerado como un paliativo que pretende solucionar un problema macro sin modificar la esencia y los comportamientos que posibilitan el calentamiento global.
“La geoingeniería solar no puede ser gobernada globalmente de manera justa, inclusiva y efectiva. Por lo tanto, hacemos un llamado a la acción política inmediata de Gobiernos, Naciones Unidas y de otros actores políticos para prevenir la normalización de la geoingeniería solar como una opción de política climática. Los Gobiernos y las Naciones Unidas deberían ejercer un control político eficaz, restringiendo el desarrollo de este tipo de tecnologías antes de que sea demasiado tarde”, advirtieron los científicos involucrados en el acuerdo.
Dato:
Si desea leer el archivo completo de argumentos del acuerdo de no uso de geoingeniería solar, puede hacerlo haciendo clic aquí.
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