Tras una ruptura afectiva, algunos quedan atrapados en una relación tóxica y acceden estar por ratos con la otra persona. Es mejor que aprendas matemáticas porque las velitas encendidas empiezan a hacer malos cálculos.
Este término hace referencia a la situación de una vez haber terminado una relación duradera o pasajera, quedas enganchado con la persona por mucho tiempo, a tal punto que, pese a que ya no están juntos, cuando la persona te busca para pasar un rato contigo, sin compromisos, tú accedes de inmediato, casi sin pensarlo, ignorando el dolor que esa relación te dejó, y sabiendo que esa persona solo quiere estar contigo por ratos, y generalmente cuando quiera o le provoque.
Detrás de este comportamiento de ser el “incondicional”, el que siempre está cuando lo buscan , está la fantasía o el anhelo de creer que la relación puede revivir, al estar disponible para estos encuentros casuales, porque la persona se debate entre la fantasía y el duelo, la fantasía de “se va a quedar” y el duelo de “ya se fue” , que alternan entre sí una y otra vez de forma incesante, produciendo mucho dolor, ya que es como si se te muriera una persona 1000 veces, ya que nunca terminas de “enterrarla” , hablando metafóricamente.
Y fuera de eso inviertes a fondo y con pérdidas, ya que lo que inviertes de tu vida y tus emociones, nunca lo vas a recuperar, porque el tiempo no tiene reversa, y la otra persona no te va a corresponder, porque si ya han pasado años y la situación no ha cambiado, ¿qué va a hacer que cambie ahora? sabes que inviertes a algo irrecuperable y de forma voluntaria, es como darte tú mismo el tiro en el pié.
Y empiezan comportamientos como ir a que te lean las cartas con la esperanza que te digan si sí vas a volver con esa persona que tanto quieres, a lo cual te digo que si necesitas que te lean las cartas para saber si te quieren, lo más seguro es que no te quieren.
Si fuera cierto lo especial que te dice que eres para esa persona, estaría ahí contigo, no en otro lado ni mucho menos poniendo distancia.
Y es que quedamos atrapados en estos tipos de relaciones tóxicas, principalmente porque nos definimos por la relación que tenemos y no por la persona que somos, así que entramos en este juego fácilmente porque nos sentimos incompletos cuando no estamos en una relación, así que no importa el precio que tengas que pagar, lo importante es no estar solo. Ten muy presente que lo más importante es que te quieran y no que te necesiten, porque cuando te necesitan, te rebajan al nivel de una aspirina.
¿Qué hay que hacer? Aprender un poco de matemáticas, ya que las velitas encendidas empiezan a hacer malos cálculos matemáticos del tipo: “Como siempre regresa conmigo, hay un día que ya no se va a ir”, en lugar de pensar más objetivamente lo siguiente: “si se fuera a quedar ya se hubiera quedado hace rato” y pregúntate algo: ¿por qué se habría de quedar contigo, si yendo y viniendo tú estás siempre ahí? Siempre estás disponible…
Es más, no tiene ni para qué quedarse contigo, porque si siempre que vuelve tú estás, ¿para qué va a perder lo del otro mundo? ¿Pudiendo tener todo? ¡Es más, te ha de querer mucho porque eres un aguantador!, porque sabe que siempre estás ahí al pie del cañón, como el incondicional.
Finalmente, los corazones rotos se curan con calma y mucho amor propio, así que mejor no entregues tu corazón en bandeja de plata a alguien que come parado y en bandeja plástica, y recuerda que no puedes depender de tus ojos cuando tu imaginación está fuera de foco.
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