Frente a los graves retos de la sociedad caleña, estamos observando que algunos sectores o entidades están haciendo surgir la tentación de buscar el liderazgo de “un hombre providencial” que en muchas ocasiones acaba creando más problemas que soluciones.
De la religión se deriva una dimensión social y política, pero la política por sí misma no es el camino a la salvación. De los valores cristianos se derivan principios para la vida social y política como: la irrenunciable dignidad de la persona humana (base de los derechos humanos), el destino universal de los bienes y la búsqueda del bien común, los principios de solidaridad y subsidiaridad, la familia como célula vital de la sociedad o de una economía para el beneficio de las personas, donde empresarios y trabajadores se apoyen mutuamente y no una dialéctica de enfrentamiento.
No es sino ponerle atención a tantas cosas que ha hablado el Papa Francisco y que están consignadas en la poco conocida Doctrina Social de la Iglesia, que no propone otra cosa sino un humanismo integral y solidario para todas las personas.
El historiador Enrique Krause nos explica: “…el mesianismo político representa riesgos muy grandes. Es la concentración del poder en manos de una sola persona fuerte, carismática y que además convoca alrededor suyo el culto de la personalidad y de quien los pueblos esperan una salvación”.
Con el tiempo, van desdeñando las críticas y dejan de escuchar consejos. Se convencen de ser “el hombre providencial”. Las muestras de cariño del pueblo los convence aún más de su misión. Ya sin tener en cuenta que otros sectores de la población no están de acuerdo con ellos, los condenan, esos “no son pueblo”, son “reaccionarios” o están pagados por “fuerzas ocultas”.
Muchas veces estos personajes dejan a un lado el concepto de democracia liberal y optan por una democracia popular. Aquella en la que el pueblo los elige directamente, sin intermediarios ni burocracias.
Este fenómeno, no es exclusivo de la derecha o de la izquierda, el posible mesías político se ajustará a lo que mejor convenga a sus intereses. Por lo regular, el mesías de derecha alentará a una vuelta al orden por medio del miedo; y el de izquierda alegará que todo lo hace por el pueblo para liberarlo de la explotación de la que es objeto.
La experiencia ha demostrado que las sociedades que han entregado su voluntad a un mesías político no acaban bien. La complejidad de los problemas no son resueltos por las respuestas simples e irrealistas del mesías. Aunque temporalmente puedan aparentar hacerlo. El problema de fondo es que sus concepciones políticas y económicas no van de acuerdo con la realidad; y no pueden sino fallar. La realidad resulta subversiva para ellos. La desilusión a las expectativas por ellos mismo creadas, se presenta inevitablemente.
Ojalá los caleños se alejen de ese espejismo; no vaya a ser que pasemos de guatemala a guatepeor.
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