La indolencia es la incapacidad de afectarse o conmoverse con algo. Si miramos en el diccionario veremos que hay varios significados a la palabra; pero todos nos llevan a lo mismo: la pereza. La pereza es uno de los siete pecados capitales o mortales, llamados así por tener la capacidad de matar espiritualmente a la persona que caiga en uno de estos siete pecados. Es la negligencia o descuido en realizar acciones, movimientos o trabajos. Se le conoce también como flojera u holgazanería, entre otros términos.
Por esto, la indolencia y la pereza están completamente ligadas. La indolencia suele ser la causa o compañera de las personas que no viven espiritualmente, es decir, que no son conscientes y no obran apropiadamente.
Indolencia por un lado significa flojera, pereza o haraganería, y por el otro, indica insensibilidad y el no conmoverse ante el dolor propio o de terceros. Esto se debe a que en la antigua mitología griega la divinidad que personificaba la indolencia también interpretaba a la pereza. Su nombre era Ergia.
Los indolentes no piensan en los demás, se concentran en sí mismos. Esto les permite no sentir remordimientos, recatos ni consideraciones con otros.
En la vida tropezamos con los indolentes ‘pasivos’ que se concentran en su propia existencia, ocupados en lograr sus objetivos sin ‘ver para los lados’, aunque algunos sean arribistas y perjudiquen a otros para ellos ‘subir’ o ‘ascender’. Entre los indolentes pululan los fríos y calculadores y los indiferentes y apáticos. Los indolentes normalmente terminan solos y abandonados.
Quien personifica este preámbulo es indolente, ya que en momento alguno se afectó, con lo que incumplió su juramento hipocrático y, a pesar de sucedido a su lado, no reaccionó ante ello y prefirió seguir otorgando una autoentrevista. Quien hoy ostenta el título de alcalde pudo haber ayudado a la mujer que se desmayó y se encontraba en el suelo y que en cierto modo estaban tratando de ayudar miembros de la defensa civil; creo que si él hubiera estado en la situación en la que se encontraba la mujer, hubiera querido que alguien lo ayudase y no que se quedara viendo impávido. También se puede evidenciar que es indolente ya que no siente remordimientos según lo demostró en entrevistas posteriores.
Ya que no gobierna, todavía puede comenzar a dejar de ser indolente si se adhiere a alguna causa común con miembros de su comunidad; además, puede participar y apoyar campañas sociales y ser solidario. El conocer los problemas de otros, aportar soluciones o colaborar con ello, poco a poco, despertará el interés y en algún momento la indolencia dará paso a la sensibilidad, al entusiasmo y al existir con sentido social.
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