A veces nos sentimos mal con nosotros mismos, porque nos damos cuenta cómo muchas metas que queríamos no las cumplimos por la razón que sea, y si no aprendemos a salir de este estado podemos estar en auténticos círculos viciosos que no terminan, pero sí se alimentan todo el tiempo lo que hace imposible terminarlos.
Lo primero que hay que saber es analizar si esa meta que no cumpliste en realidad era lo que tú querías o respondía más bien a expectativas de los demás hacia nosotros, como estudiar determinada carrera porque nuestro padre soñaba con eso para nosotros, porque por ahí puede estar la respuesta, no la cumplimos porque no la queríamos de verdad, y por ende no le metimos el corazón ni la pasión para lograrla.
Otra razón es porque te planteaste una meta muy fantasiosa como bajar 30 kilos en 3 meses, sabiendo que todo corresponde a un proceso, es un día a día de cambiar hábitos, no va a ocurrir de la noche a la mañana. Tampoco cumplimos objetivos porque nos falta voluntad y por no ser constantes, o porque comparamos nuestros caminos con los caminos de los otros, por ejemplo, piensas que casarse a los 30 es lo adecuado, estudiar determinada profesión es lo mejor, sabiendo que el camino del otro no tiene que ser el adecuado para mí, ni tengo que seguirlo como si fuera el correcto.
Una vez el escenario instaurado de desilusión vienen emociones como vergüenza por no ser la persona que creemos que deberíamos ser, autodesprecio, por haber desperdiciado tu vida, enojo porque no tuviste la fuerza de haber hecho más, autocastigo que ocurre cuando empiezas a tratarte mal, entonces te levantas a las 3:00 a. m. a hacer ejercicio cuando comiste de más, por ejemplo.
Luego viene la depresión, que llega acompañada de la desesperanza, que es sentir que hagas lo que hagas las cosas no cambian, o que es demasiado tarde para compensar lo que hiciste mal, entonces te empiezas a tratar como un demonio que hay que exorcizar. Finalmente, viene el autoexilio, que es la cúspide del castigo, te alejas de lo poco que te daba placer, de los tuyos y te abandonas y abandonas tu sueño, porque sientes que no mereces nada o que, pese a que has logrado cosas, nada ha valido la pena.
Algo muy característico es que empiezas a minimizar lo que has logrado porque sientes que debiste haber logrado otra cosa, hay muchas personas que expresan que no han logrado nada en la vida lo cual es falso, ya que tal vez no lograste todas las cosas que esperabas o querías, pero sí has logrado otras, no las pierdas de vista, porque de lo contrario empezará una espiral que se alimenta más o menos así: “Como no soy buena persona no merezco tener nada y como no tengo nada entonces soy mala persona y no lo merezco”, y así entro en un círculo vicioso.
Para empezar a salir de este círculo es clave sentirte harto, no triste, sino harto de quejarte y no moverte, harto de repetirte que no tienes fuerza de voluntad, o de no tener persistencia, ‘ok’, ya te sientes mal, lo importante es ¿qué vas a hacer con eso?
- Dimensiona lo que esperabas de ti para saber qué tan viable era, y qué renuncias y sacrificios hubieras tenido que hacer para alcanzar esas metas, porque hoy, gracias a lo que no hiciste, hiciste otras cosas, a lo mejor no tuviste hijos, pero estudiaste la carrera que querías o pudiste gozar de más libertad. A veces revisando la meta que no logramos nos damos cuenta que implicaba sacrificios muy grandes que no estábamos dispuestos a hacer.
- Enfócate en lograr cosas pequeñas: enfócate en lo que sí quieres y crees poder alcanzar, pero en periodos cortos, para que te genere sensación de autoeficacia rápida, y deja de castigarte por lo que no has hecho, es lo que puedes hacer en el futuro lo que vale.
- Conócete a fondo: ¿Cuáles son tus sueños?, ¿tus metas?, ¿qué te hace sentir bien contigo mismo y que esté más a tu alcance?, ¿cuál es tu ritmo intenso?, ¿o eres más de pausas?, ¿cómo puedo llegar a lo que quieres? Analiza a fondo por qué no eres perseverante con algo o por qué no puedes dejar algo que sabes que te hace mal, por ejemplo, tal vez no lees lo que quisieras no por perezoso, sino porque te quedas dormido por no dormir suficiente, o porque tienes muchas preocupaciones por resolver.
- Por último, compárate no con otras personas, sino el yo de hoy con el yo de hace 5 años, ¿dónde estás ahora? ¿Lo que estás haciendo te está llevando adonde quieres ir?
Recuerda: “No tengas temor de equivocarte, ten temor de estar en el mismo lugar que no te gusta un año después”.
Lea también: Pregunta a tus padres antes de que sea demasiado tarde: Columna María Claudia Pinzón
Síguenos en nuestras redes sociales:
¡Suscríbete GRATIS para recibir nuestro diario vespertino todos los días en tu WhatsApp!