La guerra del SOAT o por los pacientes que libran las empresas de ambulancias en Cali está alcanzando dimensiones increíbles, al punto de que está convirtiendo a quienes tienen la misión médica de salvar vidas en mensajeros de la muerte.
El trágico accidente ocurrido hoy en Cali entre dos ambulancias que deja un muerto y cuatro heridos de gravedad, es la gota que rebosó la copa de un problema recurrente y sin respuesta definitiva por parte de las autoridades competentes.
Este diario puso en evidencia el problema el año pasado con una serie de informes sobre la guerra que libran las ambulancias en las vías por los pacientes para ganarse las comisiones que les dan algunas clínicas. Estas, a su vez, van detrás del seguro obligatorio de accidentes de tránsito, SOAT, que les genera un flujo de caja muy grande, pues las aseguradoras pagan dentro de los siguientes 60 días hábiles, distinto a los pacientes de las EPS que se pueden demorar hasta un año en cancelar.
Lo más grave es que en esto hay toda una cadena de sobornos que va desde la ambulancia hasta la clínica, pasando por paramédicos, agentes de tránsito y policía que se prestan para estas prácticas perversas. Estas clínicas solo buscan agotar todo el valor del SOAT, que este año está por los $26 millones, en estadía y exámenes así el paciente no los requiera. Por cada paciente que lleven les pagan entre $150.000 y $500.000 a las ambulancias, según su nivel de gravedad.
En teoría, la rapiña por los accidentados no debería existir, toda vez que hay un Centro de Regulación de Urgencias y Emergencias, CRUE, manejado por la Secretaría de Salud, encargado de asignar los servicios y despachar los vehículos medicalizados. Sin embargo, esto no se cumple. La realidad es que es frecuente que a un mismo caso lleguen a disputarse los pacientes hasta cinco ambulancias que se enteran “por sus propios medios” de la emergencia.
Como si fuera poco, las ambulancias en Cali, al igual que en toda Colombia, se han visto envueltas en escándalos por el transporte de narcóticos y contrabando, y también han sido encontradas ‘pirateando’ con pasajeros. En muchos de estos casos, los conductores se aprovechan de las concesiones que tienen estos vehículos para evadir los controles policiales, superar los límites de velocidad y abrirse paso en medio del tráfico.
Es hora de que los ministerios y superintendencias de Salud y de Transporte actúen severamente para poner en cintura a estas empresas, regularlas de manera drástica y ponerle freno a su desbocada carrera de la muerte. O que permitan que otros actores como los Bomberos Voluntarios que tienen las ambulancias, los paramédicos y la vocación presten gratuitamente ese servicio como lo han ofrecido para que se corte de raíz un negocio que en vez de salvar vidas las está acabando, incluso las vidas de sus propios empleados como ocurrió con los paramédicos del accidente de hoy en Cali.
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