Ayer domingo, mediante comunicado firmado por sus más cercanos asesores de la Coalición Centro Esperanza -Juan Fernando Cristo, Carlos Amaya y Jorge Enrique Robledo-, Sergio Fajardo dejó expresamente sentada su posición de inconformidad ante el anuncio que el sábado dieran a conocer de la campaña de Rodolfo Hernández de dar por terminados, sin acuerdo alguno, los diálogos que les hubiese podido conducir a un entendimiento.
No se entiende de qué manera pretendían cambiar el programa de gobierno que viene ofreciendo al país el candidato Hernández, al que un amplio sector de colombianos le otorgó su respaldo en las urnas, por el de Fajardo, Cristo, Amaya, Robledo y otras figuras, que fue objeto de una inocultable derrota. Curiosa forma de hacer política.
Mientras el excandidato presidencial, quien el pasado 29 de mayo alcanzó el 4 % de los votos y consiguió solo cerca de 890.000 sufragios, hablaba con Hernández, otros sectores de la Centro Esperanza, como el representado por Alejandro Gaviria y Luis Gilberto Murillo, expresaban su adhesión a Gustavo Petro Urrego
Respetable posición que va en total contravía de la propuesta que lidera Hernández, fundamentada en la nada novedosa palabra ‘cambio’, que ha cobrado vigencia por una sola razón: la voluntad de un posible futuro presidente para actuar con lo que ella significa, tomando decisiones en todos los frentes de la nación; empezando por la erradicación de la nefasta politiquería de la que no hay mejor exponente que el señor Cristo, quien junto a Alejandro Gaviria perteneció al gobierno anterior que ahora tanto critica, sin siquiera ruborizarse, para que Rodolfo Hernández le permita el ingreso a su proyecto.
La falta de memoria es una de las cualidades de los colombianos, pero no tanta como pretende el desgastado asesor de Fajardo, a quien bien valdría la pena recordarle los pírricos resultados electorales que él y sus colegas asesores le aportaron al profesor Fajardo hoy, infortunadamente, desplomado en la preferencia nacional.
De resaltar, hasta ahora en el debate electoral, dos actitudes valiosas. La primera, la inmediata decisión tomada por Federico Gutiérrez cuando fue informado de que ocupó el tercer lugar en los resultados de la primera vuelta, lo que le cortó el derecho a pasar a la segunda. Su reacción fue la de apoyar a Hernández sin un condicionamiento diferente a servirle a los intereses del país.
La segunda, reconocer la actitud transparente de decencia y respeto por el país del expresidente Uribe, quien se autosilenció para evitar que, mal utilizando su nombre, mañosos de la política atacaran algún candidato que diera muestras del apoyo del nada despreciable volumen electoral que representa el exmandatario.
No olvidemos que son dos millones de votos, los mismos que hacen falta de lado y lado para elegir presidente.
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